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 Sandra R. Neeley - Serie Susurros desde el pantano

1. Carnage



Criada por un padre que maldijo el día en que nació, Carolena se encuentra en los pantanos del sur de Luisiana con el pretexto de supervisar las inversiones de su padre. En realidad, está haciendo todo lo posible para evitar el matrimonio forzado con cualquiera de los hombres a los que la enviaría. Siempre ha creído que su marido la amaría, que daría su propia vida por retenerla; no que sería un hombre que se casaría con ella para reclamar la riqueza de su padre. 


Cuando llega al sur profundo, llama la atención de una familia local de hermanos. El mayor, Bobby, decide que es merecedor de un ascenso en la vida, y se la lleva contra su voluntad a su casucha en el borde de los pantanos para que la compartan él y sus hermanos. Carolena, que no es la flor encogida que ellos creen que es, huye a la parte más profunda, oscura y salvaje de los pantanos en un esfuerzo por escapar de los hermanos y sus planes para ella. En su opinión, la muerte a manos de las criaturas de estos pantanos es una opción mejor. Lo que no sabe es que también ha llamado la atención de la criatura más peligrosa del lugar, una de las leyendas, de las pesadillas. Él está observando todos sus movimientos, admirando su valentía, y ha decidido que se quedará con ella.


Carnage es una Gárgola. También es volátil, peligroso, impredecible y solitario. Una noche, ocupándose de sus propios asuntos en el límite del santuario al que llama hogar, ve a una mujer. Una hembra humana, que se adentra en sus pantanos sin preocuparse por su propia seguridad. Entonces ve la razón: tres hombres, que le siguen el rastro, antorchas en mano, empeñados en atraparla antes de que pueda escapar. Observa cómo se acercan cada vez más a ella, siguiendo fácilmente su rastro. Carnage toma una decisión instantánea que cambia la vida de ambos para siempre: se baja de un árbol justo detrás de ella, le pone una mano con garras en la boca para evitar que grite, la envuelve en sus enormes brazos y vuelve a las copas de los árboles. La protege mientras los hombres recorren el suelo, incapaces de determinar por qué ha desaparecido su rastro. 


Carnage admira a esta pequeña hembra: ha sido valiente al adentrarse sola en los pantanos. Hay muchas criaturas al acecho de una comida así. Pero ya no tiene que preocuparse por eso, porque ahora es suya. Sólo espera que no le tema demasiado cuando vea bien su piel gris azulada, sus colmillos y sus cuernos. Porque, independientemente de lo que piense, o de las normas de su comunidad, no va a renunciar a ella.

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